LA DROGADICCION, GRAVE PROBLEMA DE LOS MIGRANTES

Berlin, Mayo, Edwin Perez Uberhuaga .- Hussein, que nació y creció en un
campo de refugiados palestinos en Libano, desde siempre estuvo rodeado por la violencia por lo que, de tanto odiar al mundo y también a si mismo,
comenzó a autodestruirse consumiendo drogas.
La historia de este joven de 18 años, es parecida a la de otros turcos,
vietnamitas, rusos y kurdos que llegaron a Alemania como migrantes y que por su difícil situación acrecentaron o crearon el hábito de consumo de cocaina o heroina, hasta unas tabletas de potentes tóxicos.
Una veintena de ellos busca rehabilitarse en la Asociación "Odak e.v." para
el apoyo de la Cultura Turca, que tiene una casa grande en Nikolassee, en el sur de Berlin, donde intercambian experiencias y su tránsito doloroso por el mundo de las drogas. Pase lo que pase, la mitad de ellos serán deportados.
"Es difícil decir que la causa principal de su hábito es la migración, en
general son casos de problemas familiares, pero que a su vez están
relacionados con la migración y un ambiente diferente", dijo a Vulcanus la
trabajadora social Petra Narimani, la única alemana que trabaja en la
institucion financiada por el Senado y las autoridades sociales de Berlin.
Mientras haciamos la entrevista en la oficina, en el patio, sentados en
forma de circulo, los enfermos, entre los que hay tres mujeres, dialogaban
sobre sus infiernos personales, buscando el apoyo necesario. Hablan aleman, pero su piel oscura delata que no son de este país.

GENTE SIN PATRIA

Hussein no esta aquí para hacerle una entrevista, pero su historia es muy
conocida por Narimani, lo que la conmueve por la situación delicada del
pueblo palestino, considerado "terrorista" por algunos o "victima de los
poderosos", por otros.
"Los palestinos nunca tuvieron una chance desde su nacimiento, no tienen
nada y para mi puede ser comprensible que unos cuantos tomen drogas", dijo Narimani, al recordar que conoció a varios refugiados que crecieron en medio de familias con 10 a 14 hermanos, sufrieron ataques violentos y aprendieron que los conflictos siempre se resuelven por las armas.
"Tienen una rabia tremenda adentro y han aprendido a usar la violencia
contra los demas y contra ellos mismos", agrego la alemana al indicar que su situación, junto con la de los kurdos y otros pueblos "sin patria" es muy
delicada.
Ellos no tienen pasaporte y no pueden ser deportados de Alemania a ningun lado, pero tampoco tendran permiso de estancia fijo en este país. Pueden quedarse a vivir 20 años, pero no pueden buscar trabajo y solamente reciben un poco de dinero del "Sozialamt" (Oficina Social).

DOBLE MARGINALIDAD

Segun Narimani, que trabaja casi 20 años en este campo, existe una doble
discriminación, porque al consumir drogas pierden su permiso de estancia
legal o si cometen delitos ingresan a la carcel, con lo que se aplica la ley
que señala que si un extranjero se queda en la carcel más de dos años,
despues de salir "libre" lo deportaran.
El caso de los turcos en Alemania es muy especial. Muchos nacieron dentro de Alemania, pero no tienen la nacionalidad, a pesar de haber crecido y
estudiado en escuelas alemanas. Si consumen drogas y cometen delitos pueden ser deportados a Turquia, cuyo idioma y costumbres algunos ni siquiera conocen.
Ese desconocimiento de su nacionalidad alemana, por parte del estado aleman, provoca desequilibrios entre los jovenes, porque sus padres viven 40 años en Alemania, muchos tienen pasaporte aleman, pero otros siguen viviendo dentro de Alemania como en Turquia y no permiten que sus hijos adopten la nacionalidad alemana a los 18 años de edad.
« Ellos no estan contemplados en la nueva ley que señala que un niño nacido en Alemania puede tener pasaporte aleman », aclaro Narimani, que tambien ha trabajado mucho con los enfermos de Sida.
En el caso de los drogadictos turcos y de otras nacionalidades también
resulta difícil encontrar quien pague la rehabilitación. « Yo me pregunto
que pasa con los africanos y latinoamericanos que consumen drogas y que no tienen centros de atencion apropiados", dijo Narimani.

LA TERAPIA

Según Narimani, es muy difícil el proceso de rehabilitación, por las
necesidades biológicas de los enfermos y por la presión del entorno en la
calle, a la que salen una vez que demuestran su recuperación.
Explicó que en las terapias se acepta la fe si realmente es buscada por las
familias musulmanas de los internos y si eso no genera conflictos dentro del grupo.
Al hacer una comparación entre los drogadictos alemanes y los de otras
nacionalidades, dijo que los primeros cuentan con todo el respaldo
institucional y los otros no. Por otro lado, en la rehabilitación interviene
mucho la familia de los migrantes, mientras que los europeos son mas
individualistas.
« Los turcos usan las inyecciones para drogarse más tarde que los alemanes, porque no quieren que sus parientes noten las huellas en su cuerpo y se sienten culpables por no poder trabajar y darles dinero », dijo Narimani.
Señaló que el consumo indebido de drogas y otros problemas actuales surgen de las estructuras internacionales e intereses individuales que no se
cambian y donde los poderosos quieren mantener sus privilegios a toda costa.