Isla Negra 3/126
Casa de poesía y literaturas.
enero 2008-
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POESÍA CONTEMPORÁNEA DEL ECUADOR

Introducción, notas y selección de Edwin Madrid

Antes que culmine la primera mitad del Siglo XX aparecerán los poetas que dejarán atrás "una nostalgia de cisnes, el anhelo de París" y los refinamientos de "los paraísos artificiales" y se arribará a los mayores poetas de la poesía contemporánea del Ecuador; con representantes tan individuales como sus pares de cualquier parte del continente. Tal el caso de Hugo Mayo (1898-1988), el más vanguardista de todos, Jorge Carrera Andrade (1903-1978), con una obra monumental y espléndida, digna de ser colocada en los índices de la mejor poesía escrita en lengua española. Pero también están Alfredo Gangotena (1904-1944), poeta curioso que escribe y publica en francés, y Gonzalo Escudero (1903-1971), con una rigurosa disciplina en la forma del poema. Estos poetas nos colocan de lleno en la vanguardia de la poesía Latinoamericana junto a Neruda (1904-1973), Vallejo (1892-1938), Huidobro (1893-1948) y otros más, que zafan las amarras de la lengua y la enriquecen renovando la poesía hispanoamericana con una fecundidad diversa que cada vez se ha ido ampliando.

Pero esta vanguardia también se irá ampliando con los poetas que llegan después, para el caso ecuatoriano, César Dávila Andrade (1918-1967), poeta extraordinario de difícil clasificación. Efraín Jara Idrovo (1926) y Jorge Enrique Adoum (1926), en los dos casos, poetas en plena actividad. Adoum a quien Pablo Neruda llamó: "fina flor de la poesía" empezó siendo nerudiano, en un tiempo en el que todo el mundo era nerudiano, pero que él tuvo la suerte de ser secretario privado del gran chileno. Sin embargo, solo a partir de Los cuadernos de la tierra, particularmente a partir de Dios trajo la sombra, que es el tercero de esos Cuadernos... siente que se ha quitado de encima esa sombra gigante que fue Neruda, y su poesía expresa el desgarramiento y un hondo compromiso social. Efraín Jara Idrovo tiene un tránsito más experimental en su poesía que empieza a aparecer desde 1947 y que viene de las raíces modernistas y vanguardistas para instalarse como una muestra de la más acabada poesía contemporánea hispanoamericana que se escribe en esta parte de América. Jara Idrovo, huye de sí mismo para encontrarse, por eso se refugia en Galápagos, en esas islas de naturaleza pura, metáfora del cosmos, donde intenta tener las respuestas al tiempo y su existencia.

En este punto siento como si a toda costa quisiera hacer visible una poesía imaginaria. Mas me pregunto: ¿existe una poesía ecuatoriana? Porque si nos fijamos en el mapamundi de la literatura, veremos que el Ecuador, limita al norte con Gabriel García Márquez y al sur con el poeta César Vallejo. Y que lo que atraviesa el territorio ecuatoriano es una línea imaginaria.

Efectivamente, Ecuador, en el concierto de la literatura universal, no es ni siquiera una línea escrita, sino algo inexistente y tan imaginario que hay que remarcarlo con una carga de ceros: Latitud 0° 0´ 0". Pero los poetas ecuatorianos, generación tras generación han tenido lecturas más libres del mundo. Tal el caso de Francisco Granizo (1928), Carlos Eduardo Jaramillo (1932), David Ledesma Vázquez (1934 - 1961), Euler Granda (1935), Fernando Cazón Vera (1935) que representan sensibilidades individuales que se alinean a los movimientos poéticos más abarcadores; de afinidades estéticas, temáticas o estilísticas que a su tiempo surgen en América Latina, lo mismo que hacen aquellos poetas del 60, que sacudidos por el desencanto de la Segunda Guerra Mundial, la revolución de las flores y la sicodelia, la revolución cubana, mayo del 68 (francés y mexicano), entran en una sinergia y tratan de tender lazos por toda América Latina, recorre el fantasma de los beat, esos ángeles de fuego de la poesía norteamericana, a quienes se les tratará de imitar en sus happenings y recitales. Desde el primer recital de los beat hay una proclama implícita de una nueva sensibilidad con lecturas de poesía en noches llenas de furor, sitios abarrotados de gente, amándose, ebrios vibrando al calor de los poemas sumergidos en la ebriedad, poemas en los que casi todos los asistentes eran protagonistas. Con este modelo surgen grupos en varias partes de América: El Corno Emplumado en México, El Techo de la Ballena en Venezuela, los Nadaístas en Colombia, los Tzántzicos en Ecuador, el Caimán Barbudo en Cuba, etc.

Los Tzántzicos, que toman el nombre de un ritual de una de las tribus de la amazonía ecuatoriana, y que se autoproclaman reductores de cabezas, por la tzantza (cabeza reducida) que los indígenas elaboraban con las cabezas de sus enemigos. "El nombre es una provocación, un gesto iracundo para llamar la atención sobre la necesidad de cambiar el ambiente estático, esclerotizado, sumiso, y dependiente que se vivía cultural y políticamente en el país". Es un movimiento que proclama la abolición de una cultura oficial y la instauración de una nueva forma de escribir. Sin embargo, el tzantzismo se queda únicamente en la proclama política, en el gesto y en el acto de lectura, tal vez, Raúl Arias (1944), quien se ha mantenido activo y su libro Poesía en bicicleta (1970) sea uno de sus más auténticos representantes. Luego aparecerán poetas como Javier Ponce (1948) o Alexis Naranjo (1947), este último con una poesía hermética con la que se apela más a la imaginación que al sentimiento.

Mas para aquellos poetas de la generación del 80, mejor será leer de las fuentes norteamericanas: Ginsberg y su séquito pero, además, hurgar en la rica poesía que se escribió por aquellos mismos años en otras partes de América y España: Paz, Lezama, Parra, Pizarnik, Rojas, Cisneros, Á. González, Gelman, Varela, etc.; como se puede apreciar en los poetas que nacen a partir de 1960. Cada uno con una búsqueda personal en la nueva sensibilidad que nos ha deparado el auge de las cibercomunicaciones, la presencia definitiva de las minorías, los cambios climáticos y geopolíticos, la caída del muro, la levantada del muro en México-EE.UU, las guerras vía satélite, la gripe aviar, la Digital Literature, las vacas locas, los galácticos del Madrid y la farándula de barrio, etc. Poéticas que han ido tomando un espacio cada vez más importante, como por ejemplo: Mario Campaña o Fernando Itúrburo, los dos de Guayaquil y los dos, desde hace varios años, residen fuera del Ecuador, con una poesía donde se privilegia lo más inmediato y hasta la polémica en el caso de Itúrburo (1960) sin descuidar su urbe natal insuflando una poderosa visión crítica de su entorno y un recogimiento amoroso muy fresco a la hora de la nostalgia. Por el otro lado, Campaña (1958) con una poesía reflexiva y construida a partir de la indagación en el yo interior, pecador penitente que busca su salvación o solo pretexto para exponer nuestras vidas expoliadas e irredentas por la crudeza de la realidad. En la misma sintonía aunque con distinta temática están Aleyda Quevedo Rojas (1972) y Edwin Madrid (1961), los dos de Quito y viven en Quito. Quevedo quien después de su paso por la poesía amatoria de corte erótico de sus primeros libros, en sus más recientes ha alcanzado una visión de la vida y del amor con las metáforas del desierto, poesía de honda repercusión espiritual ligada al cuerpo y al paisaje interior. Estos cuatro poetas son cuatro rutas de la poesía que se escribe hoy en Ecuador pero no son las únicas, hay más y está muy claro que los ecuatorianos escriben en una pequeñísima parcela de la lengua hispanoamericana que va desde la Península Ibérica hasta la Patagonia, pasando por las grandes comunidades de latinos en U.S.A. más los emigrantes hispanoamericanos en Europa, y desde ese convencimiento contribuyen a enriquecer la lengua española.


Efraín Jara Idrovo
(1926)

Nació en Cuenca, poeta, ensayista y catedrático universitario. En su obra destacan los libros de poesía: Carta en soledad inconsolable (1946), Tránsito en la ceniza (1947), Rostro de la ausencia. Cuenca, 1948; Dos poemas, Cuenca, 1973; Sollozo por Pedro Jara. Cuenca, 1978; El mundo de las evidencias. Cuenca, 1980; In memoriam. Cuenca, 1980; Alguien dispone de su muerte. Quito,1988; De lo superficial a lo profundo (1992), Los rostros de Eros. Cuenca, 1997 y El mundo de las evidencias, obra poética 1945-1998. Quito, 1998.


INVOCACIÓN A LA VIDA

¡Ven a mí, agitación universal,
inmunda Vida amada!
¡Envuélveme en la velocidad de tus llameantes torbellinos,
quebrántame con terrores y relámpagos,
mis huesos pon a sonar
con el sonido demente del festín de las moscas,
ábreme en llaga y abandóname en un pozo de sal!

¡Amor, que los buitres perciban mi poderosa hedentina!
¡Que el perro muerto ola flor pisoteada
me pongan a llorar!
¡Qué en los barrancos calcinados de mis ojos se frustre
la frescura insidiosa de las semillas de las apariencias!
¡Que se agriete mi corazón
igual que los labios del sediento
y mi sexo despierte con un alarido,
como si un enorme cangrejo lo aprisionara entre sus pinzas!

Hiende los muros, ¡Amor,
puta Vida adorada!
Arrásalos con tu cola de planetas enloquecidos;
piedra a piedra demuele
las construcciones del conocimiento.
Dame la sabiduría del puñal,
que sólo cree en la sangre;
la seguridad de la serpiente,
que únicamente fía del veneno;
la libertad del viento que se persigue a sí mismo,
como el alucinado.

Rompe los candados de la locura
y entrégame sus cofres de mariposas aturdidas;
redímeme las gotas corrosivas del antes y el después,
de las esperas
y sus vientres ahítos de relojes congelados;
permite que las relaciones
entre la muerte y yo, sean, apenas,
las del hombre solitario que acaricia su gato.

Y, sobretodo, concédeme que nada me sea indiferente,
que cuanto se desnude en mi ojo
remonte al mundo con nitidez de lámpara o espada;
que todo deje un reguero de vísceras en la conciencia:
la agonía del escorpión dentro del círculo de fuego,
el paladar del prójimo
azotado por las espinas del hambre,
el pequeño fragmento de madera roído por el océano…
Porque si nada de esto
me tritura los testículos, Amor,
es porque hay sitios de mi alma que no conozco todavía…

Jorge Enrique Adoum
(1926)


Nació en Ambato, es uno de los poetas vivos más importantes del Ecuador y de Latinoamérica; menciona que: poesía es todo aquello que, ficción o realidad, hace que la vida valga la pena. En su obra poética figuran: Ecuador amargo. Quito, 1949. Carta para Alejandra. Quito, 1952; Notas del hijo pródigo. Quito, 1953; Relato del extranjero. Quito, 1955; Los cuadernos de la Tierra (4 vols.) 1952-1963. Yo me fui con tu nombre por la tierra, 1964. Informe personal sobre la situación, 1973. No son todos los que están (Poemas, 1949-1979), Madrid, 1979. El amor desenterrado y otros poemas. Quito, 1993. ... ni están todos los que son (cincuenta años de poesía). Quito, 1999. Obras (in)completas, (vol I. Poesía). Quito, 2005.


PROHIBIDO FIJAR CARTELES

Despiertas casicadáver cuando el reloj lo ordena,
el día no te espera, hay tanto capataz que mide
el milímetro del centavo que se atrasa por ti,
bebes el café que te quedó de ayer y sales
consuetudinario PROHIBIDO CURVAR A LA IZQUIERDA
y casi PROHIBIDO PISAR EL CESPED pisas el césped
porque ibas a caerte, luego avanzas, ciudadano
y durable, PROHIBIDO CRUZAR sin saber para qué lado
ni ir para qué PROHIBIDO ESTACIONARSE porque no puedes
parar la máquina infatigable con tu dedo
solo porque te entró una astilla en el alma,
OBEDEZCA AL POLICIA así es más fácil, saluda
di que si, que bueno PROHIBIDO HABLAR CON EL CONDUCTOR
y quitándote dócilmente el sombreo estupefacto
PONGASE EN LA COLA anuncia tu hereje necesidad
de trabajar en lo que fuese NO HAY VACANTES,
tal vez el año próximo por la tarde, pero no te dejan
dejar para mañana lo que puedes morir hoy
y aguanteas y volverás cuando te llamen PROHIBIDO
USAR EL ASCENSOR PARA BAJAR con tus piernas, para eso
las tienes gratis desde el último accidente
NO SE ACEPTAN RECLAMOS para que vayas de guerra
en guerra con tu himno nacional SONRÍA, tu banderita,
la patria a la que le debes tanto, como todos,
pero ten cuidado, imbécil: por ir pensando en tu metafísica
descosida ibas a entrar en el parque público
PROHIBIDA LA ENTRADA, zona estratégica, tú, negro
humano, perro cívico, civil, SILENCIO, y tu sabes
Que no debes PROHIBIDO PORTAR ARMAS, eso también
se sabe y tampoco los proyectos de amor, los aromas
futuros, no suena todavía la sirena de las seis
PROHIBIDAS LAS HUELGAS que es cuando puedes pensar
LEA SELECCIONES TOME COCA COLA PROHIBIDO ESCUPIR
hombre libre de este país libre del mundo libre,
y acatas las yuntas formidables de los diarios
y agradeces: otros piensan por ti y les cuesta
para que sigas libre, no te llames PROHIBIDO
USAR EL TELEFONO solo para tener quien pregunte
Por ti PROHIBIDAS LAS VISITAS EN LAS HABITACIONES,
vayan a creer que estás enfermo, PROHIBIDO FORMAR GRUPOS,
porque tú, individuo aislado, alicaído, con vientre
pegado al paladar que te sabe a medalla, eres inofensivo;
mejor apágate la luz, deja para algún día los rencores,
ponte en toque de queda, métete en ti, prolóngate
durmiendo para que vuelvas a amanecer, heroico
de puro testarudo, a leer las nuevas instrucciones
para hoy en un estado de sitio: prohibido tener
libros de Marx y otros libros, prohibido llevar los cabellos
como de dé la gana, prohibido ir a China, prohibido
Besarse en los parques, prohibido tener fotografías
del Che, nombrar al Che, leer al Che y otros autores,
prohibidas las faldas cortas, las películas suecas,
las canciones de Bob Dylan, los dibujos de Siné,
prohibido hablar mal del gobierno,
prohibida la información de grupos subversivos, prohibidas
todas las manifestaciones, queda prohibida la lucha
de clases ha dicho el Presidente, y sigues, aguantón
y cobarde, solo porque el instinto, él también,
quién lo creyera, te colgó su letrero: SE PROHIBE MORIR

PODRÍA SER TAMBIÉN

Un bar. De noche, es evidente.
Podría ser también un cabaret, o un teatro.
Música de piano. O un bandoneón. Quizás una guitarra.
Tal vez, también, una canción. Depende:
un tango, un bolero, una nostalgia griega,
algo impalpable, como un blues, inalcanzable
como los muslos de esa muchacha de Venecia
que te mira desde el fondo de tu vaso.
Recordar, cuando uno es o está solo, duele más
que imaginar: eso es lo que queremos demostrar.
El micrófono aumenta la verdadera voz, la ausencia:
se trata del viaje a una mujer como a una ciudad
a la que no se llega por invisible, por distante.
Y si uno llegara y estuviera allí, en ella,
va a tratarse, con esa música, de una separación
que será para siempre, como siempre.
¿A quién culpar? ¿Son destino el país
que no tuviste, la mujer en la que no entraste?
Una compañía -cualquiera-, más o menos conyugal,
o recién hallada, digo más o menos duradera,
nunca la querida no buscada, nunca la presentida,
destruiría esa sensación agridulce o dulceamarga
de lo que no es, lo que no fue, sin que importen
la voz o el rostro que le pertenecen,
tampoco la edad que sus piernas sostienen:
lo que no puede ser porque si fuera no sería.

En el fondo, dolería que no doliera.
Incluso que no doliera más de lo que duele.


Francisco Granizo Ribadeneira
(1928)

Poeta y diplomático quiteño. En su obra poética destacan los libros: Por el breve polvo. Quito, 1948; La piedra. Quito, 1958; Nada más el verbo. Quito, 1969; Muerte y caza de la madre. Quito, 1978.

De ti, exacta, la cifra
del principio y el término,
la plenitud del cero,
la frecuencia infinita.

La total armonía
de tu cuerpo en mi cuerpo,
tu sonido y tu tiempo
y tu peso de vida

Traspasada del nombre
ningún nombre te acoge
más, audible, inefable,

y la mano te sabe
por tu olor y tu porte
de dulcísimo alfanje

Este es mi amor y nada más, acodo
recurriéndote, así, terriblemente,
nacido, desnacido, adolescente
en las albas dulcísimas del lodo.

Sólo de esta mi suerte, de tu modo,
talud de sangre, cántaro cayente,
ordenarás dolor, asiduamente,
zafado peso, acaecer de todo.

Abierto a mi hambre de tus hambres. Duro
pájaro, por la piel, enfurecidos
acúdenme tu olor y ligereza.

¡Tacto! Desde la carne del conjuro,
atacado de todos tus sonidos,
vuélame el corazón, alto, tu presa.


Euler Granda
(1935)

Poeta riobambeño radicado en Quito, médico; su poesía se encuentra con las cosas de la vida cotidiana y alcanza un lirismo de profundo contenido social. Ha publicado entre otros libros de poesía: Voz desbordada. Quito, 1963; Etcétera, etcétera. Quito, 1965. El lado flaco. Quito, 1969; El cuerpo y los sucesos. Quito, 1969; Anotaciones del acabose. Quito, 1968; Ya paren de contar. Quito, 1991; Poemas con piel de oveja. Quito, 1993; Antología personal. Quito, 2005.


EL RETRATO

Yo le llamaba linda
y el nombre le quedaba
como vestido flojo.
Sus ojos
no tenían importancia,
su boca
no era más que una boca
y acostumbraba recopilar retratos
como todos.
Empero
el dolor le dolía de otro modo;
frente a la soledad
era su soledad más sola
y sus palabras entraban al oído
como avispas quemantes.
Puesta junto al océano
tenía algo de nave;
por coincidencia extraña,
como a mí,
le gustaban los viajes,
por eso aquella tarde
terminó envenenándose.

EL AMOR

Las cosas
son otra cosa debajo del pellejo.
Así
la sed es agua amordazada;
el olvido
es el recuerdo con candado;
la música es flor con alas;
los que nacen ahora
son los muertos mañana;
el hoy es ayer;
la verdad
es la mentira más cerdosa;
el amor
no es más que el desamor con piel de oveja.

Raúl Arias
(1944)

Quiteño, en los años 60 perteneció al grupo de los Tzánzicos; ha escrito los libros de poesía: Poeta en bicicleta. Quito, 1975; Lechuzario. Quito, 1983; Trinofobias. Quito, 1988; Cinema vida. Quito, 1995; Vuelos e inmersiones. Quito, 2000; Caracol en llamas. Quito, 2001.


VUELOS E INMERSIONES

En un mar de tinta negra negra
mi cama blanca cruza como un velero,
buscando el pulmón de aire fresco.

Los sueros que me ponen
son canelazos fríos en las venas
alegre oxígeno circula
en mi cuerpo infectado.

En largas horas navegantes
el mar negro se esfuma.
Mi cama
cae,
choca en sólidas baldosas:
Estación de Emergencias.

A mi lado,
en lecho semejante,
una dama contextura de fantasma,
remellados pómulos y frente,
levemente musita:
"Se acabó el suero ayayay.
Se acabó el suero, ayayay"

En suave desconcierto
otras voces
dejan escapar la cantaleta
de pájaros quejosos:

Ayayay ayayay
Ayayay ayayay

Para no desentonar
mezclo mis propios ayes
con una vieja cumbia
que baila en la radio,
como una bendición
de la enfermera.

Clave nomás, niña,
entre con su aguja
en la vena más visible del dorso
de la mano izquierda.

Penetre con su banderilla
de fuego sutil
en la oscura tienta de medianoche.

Un chorrillo de sangre brota
y ahí quedan
dos manchas rojas
en la sábana blanca.

Me alivia ver su cara de muñeca
mientras sujeta el catlón
para que no escape.

Tiene sangre fría esta enfermera.
(debo conocer su nombre).
Mariana, dice, dulce, sin mirarme.
Terminada su labor,
escribe en la banda blanca:
Colocado 14-02-99
Catlón # 22
MCT

Alexis Naranjo
(1947)

Poeta, pintor y traductor. Ha publicado los libros de poesía: Profanaciones (1988); Ontogonías (1990); El oro de las ruinas (1994); Interregnum (1996); La piel del tiempo (1998); Sacra (2005).


PONTO EUXINO
a José Lezama Lima

Una mano iluminada por su reverso oscuro.
Una mano de filigrana sonriente que asciende por la sombra,
ciñe su cintura y la transforma en halo de luciérnaga.
Una mano generosa, sin la moneda de Bloy que vuelva
por su agujero contra las monedas de Angelus Silesius.
Una mano acariciando al ibis de jade, al jilguero del manajú
y al ruiseñor de tapioca cuando despliegan el azahar de sus trinos.
La mano que abre puertas selladas,
rompe espejos coriáceos y libera la yema del ser
franqueando las estalactitas de la noche,
recamándose de azafrán, bañándose en la baba del yac sagrado,
suspendiéndose en el vuelo del tití peruano.
La mano de la resurrección del júbilo
que escribe en contradanza los códices de la epifanía.
La mano del viaje anchuroso por la cuenca del Éufrates
con el velamen de papiro y la testa cuneiforme.
La mano memoriosa trasvasando esencias de alquimista.
Tu mano de mandrágora descubriendo bajo el musgo
los secretos ojos de las ágatas,
las legendarias campanas de Bagdad.
Tu mano de altísimas marejadas de Uno Urano circulando
por la savia de viejos cocoteros cubanos.
Tu mano que juega ajedrez oponiendo laberintos
al perplejo Minotauro.
Tu mano que trama la majestad de la imagen
con los alfileres de la mantis religiosa.
Tu mano de resinas, de vulva de guanábana,
de ocre antorcha con rosetones de malvavisco,
con dedos de astracán, con líneas de ópalo.
Tu mano que nutre el árbol de las continuidades
en los labios de la esfinge madre.
Tu mano que
zarpa eternidades.

LA SUSTANCIA DICHOSA

Así, sin toparle a esa roca
entráñate en su pulpa fragante; con los filamentos
del sueño de un molusco anuda la tenue red
que atrapará el asombro de esa roca, esa fundamental
roca que viene girando para engendrar tu pulso. Así la luz
lloverá sobre tus manos, su dichoso flujo
será el don de esa roca que gira inamovible.
Pues bien puedes ser su estallido de quietud
en la mañana que te envuelve. Y también el ámbito
creado por el resplandor del que se nutre esa roca,
la gran roca nutricia. Y puedes ser
su levitación, su límpida sombra navegante
y el profundo río que esculpió su rostro
y el memorioso granito
en que te entrañes para siempre.

Mario Campaña
(1959)

Poeta guayaquileño que desde hace varios años vive y escribe en Barcelona. Ha publicado los libros de poesía: Cuadernos de Godric. Guayaquil, 1988; Días Largos. Quito, 1996; Días largos y otros poemas. Barcelona, 2001; Aires de Ellicot city. Montevideo, 2005.


XLIV

Ah, si fuéramos como una catedral.
Si tuviéramos nervios firmemente trenzados
Unos a otros sosteniéndose, limpios.
Y lisas, robustas columnas que no tiemblan.
Y unos ojos de fuga que convoquen la luz
La conduzcan flotando y la eternicen.
Si hubiera en nosotros un reclinatorio
Para el íntimo descanso, y un confesionario
Con un viejo sacerdote que escuchara,
A nosotros, que hablaríamos siempre resonando,
Agitados, y a quienes nos buscan
Para aliviar sus constricciones.

Si hubiera un oratorio para elevar los ruegos.

Si tuviéramos
Un altar para postrarnos, para la consagración
De nuestros bienes más caros.

Si en nuestras paredes hubiera unos vitrales
Y en ellos, proféticas, grabadas
Junto a las columnas pudiéramos leer
Las escenas de nuestra caída y nuestra salvación

Y desde lo alto nos contemplaran
Cuatro rosas luminosas y toda la genealogía
De nuestros mayores, señalándonos un camino,
Los trabajos de los meses, nuestros trabajos,
Para la memoria y el perdón.

Si conociéramos la clave del laberinto:
Si alguien la hubiera cifrado en algún lugar
Y fuera cosa sólo de encontrar el manuscrito
Extraviado entre las ruinas de la cripta
Pero accesible con esfuerzo.

Si hubiera campanas en nosotros
Que desde la altura de unas torres resonaran
Por todo el horizonte, alegrándonos, alegrando.

Si así fuéramos, es cierto que
Se habrían borrado los perfiles de los santos,
Y habría naves desiertas, y oscuros, fríos confesionarios
Abandonados, y ángeles y arcángeles decapitados,
Perdida su cabeza en gestas deleznables,
Pero a cambio, por el pasado, todo en nosotros
Se dirigiría hacia lo alto, y tendríamos quizá
Una esperanza, una promesa en forma de misterio propio,
Que bien o mal duraría al menos el tiempo
De nuestra vida, y haría acaso alguna vez pensar
A otros
En su propia salvación.


Fernando Itúrburo
(1960)

Nació en Guayaquil, actualmente reside en Estados Unidos y está convencido de que la poesía: Es una producción verbal muy humana en la cual no hay misterios de ninguna índole: Allí la claridad es claridad, y la confusión confusión. Ha publicado los poemarios: De maitines y laudes. Zacatecas, 1985; Vástagos. Guayaquil, 1990; El camino tomado. Guayaquil, 1997; Contra sí mismo. Quito, 2004.

Mónica: ¿recuerdas los días de Oregon
cuando sentados veíamos caminar a las muchachas
junto con la primavera?
han pasado tú y el tiempo
pero aún estoy contigo viendo a las muchachas en flor

Después de enviarte cartas y regalos
empecé un poema sobre el color de la ceniza
(no escribí mucho en verdad)
pero yo sólo pensaba en ti
rezaba por recibir noticias tuyas
y escribirte nuevas cartas
porque esos eran mis verdaderos poemas
ahí ponía mi énfasis amoroso
en mis cartas para ti era libre
y con libertad podía buscarte
pero tuve que seguir escribiendo ese poema


Mi corazón es un ejército de negros liberados
en el centro, el actor
(que es el mismo corazón)
lee un libreto antiguo
recita largos versos
se calma
bebe agua fresca
y sigue en las ofrendas


Edwin Madrid
(1961)

Poeta y editor de Quito. Lleva publicados varios libros de poesía entre los que se cuentan: La búsqueda incesante (México, 2006); Lactitud cero° (Colombia, 2005); Mordiendo el frío (España, 2004); Puertas abiertas (Líbano, 2002); Open Doors (U.S.A., 2000); Tentación del otro (Quito, 1995), Caballos e iguanas (Quito, 1993); Celebriedad (Quito, 1990); ¡Oh! Muerte de pequeños senos de oro (Quito, 1987).Dirige la Colección de poesía Ediciones de la línea imaginaria. Ha editado la Obra poética completa, español/inglés de Jorge Carrera Andrade (2003); la Antología la poesía del Siglo XX en Ecuador (Colección Visor de Poesía. Madrid-España, 2007). Dirige los Talleres de Creación Literaria de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).


amoRoma

Juan entra a un bar y descubre a María,
vamos a Roma -le dice-
antes que ella responda saca de la manga
un frondoso ramo de rosas frescas. María
sonríe y amanece en su cama junto a Juan.
Cuando él sale del departamento
va pensando que ella lo ama. Llega a su casa
y la casa no existe
su novia no existe, ni sus amigos ni sus padres.
Desesperado corre nuevamente al bar,
allí divisa a María, se acerca y le dice
vamos amoR. Ella extiende la mano y
le muestra el un lado y el otro, la cierra;
sopla tres veces sobre la mano cerrada y
al abrirla, alegres mariposas
revolotean ante los ojos de Juan
mientras María desaparece.
Juan queda con un ramo
de rosas marchitas en el pecho y mariposas
amarillas volando en su cabeza.
Roma el amoR, María las rosas el bar,
su cabeza marchita con alegres mariposas,
su novia no existe María está en el bar,
su padre amanece, nadie llega a casa,
corre cama de la manga la casa pensando,
ramo de rosas cierra al uno y otro lado,
amigos tres veces sopla sopla.


CON LA MÚSICA A TODO VOLUMEN

Quién fue ese muchacho de melena rubia o negra,
pantalones de terciopelo o piel.

Semidios que transformaba buenas canciones en maravillas.

¿Acaso un hijo de familia que dejó la vida apacible
para tocar jazz y blues o tango y cumbia
en bares o clubes de mala muerte?

¿Quién?

Prematuramente envejecido, algo obeso,
de mirada perdida
que dicen se bañaba en la piscina con su novia Anna o Gina
o que nadaba en la tina del hotel con una prostituta

El mismo que hizo escuchar a sus compañeros
discos de Chuck Berry o Chavela Vargas y Benny More.

Y que a veces, de tanto frío o calor se quedaba todo el día,
tocando la guitarra o el piano bajo las sábanas.

Pero que una tarde junto a Luis en el bajo y Phill en la batería,
empezaron a sonar en las radios locales,
y otro día furioso golpeó a Anna o Gina,
y Anna o Gina escapó con Lucho que luego diría:
Le quité a su novia y arruiné todo para siempre.

Entonces el muchacho descargó toda su melancolía
en el dulcimer amplificado, el sítar,
los pianos o vibráfonos repartidos aquí o allá
redondeando un disco que lo disparó a la fama planetaria.

Mas en el 68 ó 98 trataba de aquietar el
grueso de los aullidos con pastillas o alcohol,
y continuaba dejando embarazadas a sus amantes.

Aunque cada vez pasaba más tiempo escapando
de perseguidores reales o imaginarios.

Pero que no era para que el 71 o 2071 lo encuentren
en la piscina o en la bañera
con la melena formando una aureola en el agua.

¿Quién fue ese muchacho por el que paso encerrado escuchando su música?


Aleyda Quevedo Rojas
(1972)

Quiteña, periodista y poeta. Dice: La poesía que amo es pasión y conocimiento, es aquella que logra hilar visiones y presagios como lo intuyó Hölderlin. Ha publicado los libros de poesía: Cambio en los climas del corazón. Quito, 1989; La actitud del fuego. Lima, 1994; Algunas rosas verdes. Quito, 1996; Espacio vacío. Quito, 2001; Venezuela, 2006; Música oscura. Almería, 2004; Soy mi cuerpo. Quito, 2006.


HAI-KAI DE LOS PÁJAROS

Cuidaré tus pájaros
pero me niego a hacer
el amor en la jaula.

PASIÓN

Que empiece a llover
para saber
de todo aquello
que me enciende

NATURALEZA

Y es de imaginar
que todo crece por dentro
como si una semilla volviera
a reventar en pleno desierto
y el sexo recuperara
su imagen de fruto luminoso

LO JURO

Del modo que un pájaro
atrapa el olor del mundo
con la misma intensidad
el mundo está fuera de él

Del mismo modo estos poemas
tienen un olor a mundo
sin perder ninguno de mis sentidos.

Isla Negra
no se vende ni se compra ni se alquila, es publicación de poesía y literaturas. Isla Negra es territorio de amantes, porque el amor es poesía. Isla Negra también es arma cargada de futuro, herramienta de auroras repartidas. Breviario periódico de la cultura universal. Estante virtual de biblioteca en Casa de Poesía.

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