LÍMITES DEL CONOCIMIENTO Y DE LA AUTOJUSTIFICACIÓN


José REPISO MOYANO
, España.- Decir "El que esté libre de pecado que tire la primera piedra" u otros tópicos como "El que tiene boca se equivoca" es decir -en el fondo- que nadie es perfecto, puesto que ya vivir es sobre todo aprender a medida que se vive, eso es: cada día "se perfecciona" en algo un ser vivo.
Pero tal acción perfeccionadora es "consecutiva" (el principio de todas las cualidades vitales) que se actualiza sólo actuando, prosiguiendo o siguiendo a un modo de tropismo, de orientación consubstancial o habitual.


Entonces no es la perfección, ni la esperanza, ni el amor, ni la tranquilidad, ni el optimismo, ni la calma, ni siquiera la agresividad, un "estado final", una llegada final determinada o comprobable, una finalidad, ni apenas una detención (stasia) holística del ser vivo en uno de sus aspectos o cualidades: un fijismo (referencial).
Se ha de entender con ello, claro, que lo vital en inherencia es un proyecto ineludible que se alarga o se desarrolla en proyección a lo precedente conseguido; por lo que es totalmente gratuito o erróneo el considerar estables tanto lo que hemos utilizado atávicamente como un "origen" (centro o inicio de algo, ¿quién es el ser humano para establecer un inicio o una tabla rasa a algo en el Universo?) o, en sentido contrario, como un "fin" (debido a que nunca se ha demostrado un "estado de fin").


Digamos que el ser humano sólo puede, en verdad, advertir las causas más o menos directas; así que él sabe experimentalmente que tal o cual motivo provoca más o menos esperanza, desde luego, en tanto y en cuanto que sopesa -contrasta- las interacciones de una forma óptima ­ para una intención- de las demás cualidades, las somete a un ritmo ideal o social (una referencia no existente sino necesaria, a la manera orientativa de sus proyectos sociales o de su interés por conocimientos, puesto que en lo natural indudablemente actúa también lo impredecible, eso, la infinitud de posibles reacciones o interacciones que se pueden realizar al margen del "uso referencial" ya con su denotación a contranatura o fijista) e igualmente, si son físicas, a una plena optimación o adecuación o remisión a lo precedente que corresponde a su contexto físico.


Sí, es un prejuicio que siempre es inevitable en la ciencia atendiendo a tal parcialidad de las referencias sólo en un ámbito precedente; a ver, entendamos que las referencias sirven para un proyecto de intención o bien son únicamente instrumentos racionales que se deben valorar más por lo que “hacen en su alcance de objetividad” -en su limitado contexto- que por el final impredecible o total de lo que hay.
Piénsese que todo llega a donde llega, que nuestra esperanza no puede saber la esperanza que podría haber más allá de un presente vital por ejemplo - o la que hay en otro universo-. He ahí que la ciencia sólo advierte, así es: se limita a "reconocer" -si no se censura, pues jamás existe objetividad con censura- lo que hay -en esa parcialidad de la objetividad, por supuesto que no significa que no lo sea, sino que conoce la parte o proporción que puede conocer-.


La ciencia sólo es lo que es, no es una panacea ni exclusividad de nada en tanto que no va a ser referente de nada, no va a establecer o determinar, obligar al Universo a que siga unas instrucciones o que siga por otro sitio: únicamente guía el ser humano a algunos elementos de su contexto social -provocándolo eso con una intencionalidad o con un apoyo referencial que incide, como hecho, en el contexto físico en el cual lo realiza-.


En otro aspecto, asimismo, el ser humano es socialmente "consecutivo" de una justificación; de manera que será coherente en virtud de que siga o no ­ por su consecución- una ética común, por ejemplo: el no matar, este referente, convenido para todos como algo útil. Está claro, es algo constituido para que todo gire en torno a una sola armonía o a un equilibrio social; lo que ocurre es que a algunos les importa un pimiento eso, y empiezan por su lado a justificar a pleno capricho con el apoyo mediático: aprueban la pena de muerte, la guerra como prevención, los fusilamientos, el consentir que muchos mueran de hambre, etc.


Desde ahí la autojustificación va buscando sus recovecos o escondites o suspicacias de oportunismo circunstancial. Unos desperdician la comida con la justificación de que ven a otros que también lo hacen; otros dan sus votos para la pena de muerte porque ven -en visión de autojustificación, en su ética cabezonal o estrictamente personal- que es válido o útil para la seguridad; otros se deciden por la guerra inevitable pero -ah- primero personalmente ellos no la evitan, al instante se dejan comprar o imbuir por la justificación parcial o de la chula conveniencia.


No es de extrañar, porque ya sucede, que en los medios de comunicación salen "hijodeputas" a toda marcha justificando el aislamiento de la pobreza más y más con el no ir hacia ella (¿cómo resolverla si la aíslas con vallas o no la priorizas en tus derroches egoístas, o cotidianos sólo para ti, ¡cabrón de mierda!).


Por ello, ante una ética lo más humana o lo más común, existe o debe existir por responsabilidad la precaución (una disposición, una coherencia) ética para que las injusticias no sucedan, ¡vamos!, demasiado. Entonces, conforme a esa responsabilidad primordial para lo cívico o justo, a las regiones más vulnerables a los movimientos sísmicos le corresponderá una mejor infraestructura que evite daños personales ­nunca, nunca el chabolismo-.


Esto lo digo cuando aún siguen incrementándose los presupuestos o gastos militares, cuando los mercados imponen la desigualdad porque parten la mayoría con excelentes medidas arancelarias, fondos muy bien acumulados a toda costa por sobreexplotación, subvenciones oficiales, ventajas por asociacionismos discriminatorios, usuras perras, especulaciones sobre los productos de extrema necesidad, injerencias de sobreexplotación en países pobres con materias primas baratas o salarios baratos, etc.


José REPISO MOYANO