El
Tío de la mina se universaliza en Europa
Entrevista
con Víctor Montoya, escritor boliviano residente en Suecia
Por Javier Claure Covarrubias*
Tiene una voz firme que va dándole una contundencia especial
a sus palabras. Se viste de manera muy pulcra. Es ermitaño
por definición, pero al mismo tiempo un buen conversador
cuando se encuentra con los amigos. Ejerce el periodismo cultural,
con publicaciones en Latinoamérica, Europa y Estados Unidos.
Es escritor prolífico y quien escriba su nombre en un motor
de búsqueda en Internet, quedará sorprendido al encontrar
una cantidad considerable de sus escritos.
Nuestro
entrevistado comenzó su andanza literaria en los '70 y logró,
mediante su escritura, elaborar una multiplicidad de mundos gracias
a su fantasía desbordante. Me refiero al escritor boliviano
Víctor Montoya, quien reside en Suecia desde 1977. Su producción
literaria es extensa, variada e ininterrumpida. Sus dos últimos
libros, "Entre tumbas y pesadillas" y "Fugas y socavones",
fueron publicados en el 2002. Montoya establece paisajes imaginarios,
traza dibujos con el bolígrafo, pinta las frases de acuerdo
al texto. Y, lo más interesante, escribe desde el fondo del
alma y, al igual que muchos escritores, por una necesidad existencial.
Víctor Montoya, a pesar de la distancia que lo separa de
su país, escribe con el corazón puesto en Bolivia
en general y en el mundo minero en particular.
Durante
la historia de la humanidad, desde el tiempo de las cavernas, los
seres humanos han encontrado varias formas de expresión.
Toda corriente migratoria también lleva consigo expresiones
culturales al país que emigra. Por lo tanto, existe una necesidad
de mostrar su identidad. En el caso de los bolivianos residentes
en Suecia han logrado, a partir de 1987, hacer una copia en miniatura
del Carnaval de Oruro. Evento que les permite lucir diferentes tipos
de bailes, trajes y bandas, al mismo tiempo que, con una coreografía
bien estudiada, deleitan al público de una manera sorprendente.
Además, tienen en su poder una estatua de la Virgen del Socavón,
Patrona del Carnaval de Oruro. Esta Virgen, que llegó con
los españoles, fue pintada en las faldas del cerro Pie de
Gallo. Pero a medida que fue pasando el tiempo, se le hizo una capilla
para que los mineros y los demás devotos le rindan adoración.
Según el historiador Josermo Murillo Vacarreza, el culto
a la Virgen del Socavón se inició en las últimas
décadas del siglo XVI.
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El
Santuario de la Virgen del Socavón, ubicado en la ciudad
de Oruro, es el más insólito de toda Bolivia. En febrero
del año pasado, cuando me encontraba de vacaciones en esta
ciudad, pude observar que en el lado norte de este Santuario está
el altar de la Patrona del Carnaval y en el otro extremo se encuentra
el Museo Minero. Una bocamina que, con muchas gradas y a 120 metros
de profundidad, conduce hacia el Tío de la Mina, entre otras
cosas. Los bailarines del Carnaval rinden, entonces, su homenaje
a la Virgen del Socavón e implícitamente al Tío.
Con estas dos figuras centrales se originó el Carnaval de
Oruro.
Víctor
Montoya ha sido la persona que trajo la estatuilla del Tío,
deidad mitológica tan adorada por los trabajadores del subsuelo
boliviano. En consecuencia, el Tío de la mina en Suecia pasa
a formar parte del Carnaval boliviano fuera de sus fronteras. Este
personaje de aspecto diabólico, a fuerza de insistir con
su presencia, se va universalizando. El Tío ayuda a quienes
le rinden pleitesía, pero castiga a los burlones de su figura.
El Tío protege la veta mineral y la vida de los mineros.
El Tío, con sus ojos saltones y sus cuernos alambicados,
es la luz de los socavones y alumbra teodolitos, guardatojos, carretillas,
perforadoras, dinamitas, barrenos y otros.
Para
conocer mejor su trayectoria y su llegada a la tierra de los vikingos,
le entrevistamos a Víctor Montoya, quien nos cuenta de su
Tío cobijado bajo su techo.
Javier
Claure: ¿Podrías contarme cómo surgió
la idea de traerlo a este personaje del subsuelo boliviano hasta
Suecia?
Víctor Montoya: La idea me asaltó hace ya mucho años,
pero se concretó cuando empecé a escribir mi libro
"Cuentos de la mina", cuyo personaje central es el Tío,
una deidad que, en realidad, me fascinó desde cuando lo vi
por primera vez en la mina de Siglo XX, aparte de que mi abuelo,
conocedor de las minas y sus tradiciones, alimento mi fantasía
con este ser demoníaco desde que tengo uso de razón.
Además, como a cualquier otro boliviano que emigra al exterior,
cargando en su bagaje su cultura y sus costumbres ancestrales, se
me ocurrió traerlo al Tío a Suecia. Por mejor decir,
pedí que me lo enviaran bien envalijado desde las entrañas
mismas de la Pachamama, para contrastar y completar el mosaico religioso
de los bolivianos, quienes trajeron anteriormente a la Virgen de
Copacabana y a la Virgen de Urkupiña, a quienes, con todos
los ritos de rigor, las sacan en procesión anualmente por
las calles de las distintas ciudades de Suecia, donde se dan cita
los bolivianos para declararles su fe y rematar en una sonada fiesta,
que no deja de impresionar a propios y extraños, en un país
nada menos que de religión protestante y poco proclive a
las supersticiones. Por otro lado, el Tío no sólo
representa al ángel que se rebeló contra la palabra
de Dios, sino que, como todos los elementos del sincretismo cultural
y religioso, forma parte del mestizaje boliviano. No hay personaje
más representativo que él para simbolizar el paganismo
ancestral de las culturas ancestrales y el catolicismo occidental
llegado a América tras la circunnavegación de Colón
y sus sucesores. El Tío, en la mitología andina y
la tradición minera, es un ser tan importante como lo es
la Virgen del Socavón en el mundo católico.
J.C:
Quienes te leemos en Liberación, nos damos cuenta que el
Tío te acompaña en tu apartamento y, con sus ojos
de Lucifer y gracias a sus poderes mágicos, te desafía
a buscar la veta que nunca encontró. ¿Cómo
empiezas a gestar una conversación con el Tío?
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V.M:
Es cierto que el Tío convive conmigo. Es el testigo de mis
quehaceres y el compañero que me acompaña en mis horas
de escritura. Me basta mirarlo una sola vez para luego entablar
una conversación que surge de manera espontánea, a
partir de temas o sucesos que se presentan a diario. El Tío,
en realidad, no habla, aunque ésa es la impresión
que tiene el lector cuando lee los textos que publico en la prensa.
Soy yo quien, a modo de soliloquio o monólogo, invento la
conversación. El Tío es sólo un medio eficaz
que, con un gran sentido del humor, me permite decir muchas verdades
y algunas mentiritas. Me sirvo de él como Cervantes se sirvió
de don Quijote o Quino de Mafalda para criticar los prejuicios sociales
y raciales o, simple y llanamente, para abordar temas controvertidos
en nuestra sociedad, como es la misma religión y sus diversas
interpretaciones morales y éticas. El Tío, que según
mis descripciones conserva su aspecto de Lucifer y su lucidez mental
durante la conversación, me da la opción de decir
cosas que no las diría en otro contexto y, lo que es más
importante, el Tío observa y analiza los temas desde su propia
perspectiva, que es la perspectiva del crítico irreverente
y del contestatario que cuestiona los sistemas de poder, ya sea
políticos, económicos, culturales o religiosos.
J.C:
El Tío es un personaje que siempre ha estado rodeado por
la oscuridad de la mina. Los escritores suelen escribir de noche.
Fernando Pessoa decía que sus escritos eran hijos del insomnio.
¿Las conversaciones que entablas con el Tío, son también
criaturas del insomnio?
V.M:
Es natural que el Tío, como todo soberano de las tinieblas,
esté acostumbrado a vivir en la oscuridad, y por qué
no en el silencio y la soledad; por eso mismo, pienso que no hay
mejor personaje para un escritor de vida casi ermitaña y
poco dado a las actividades públicas que el Tío de
la mina, quien, lejos del mundanal ruido, habita como Minotauro
en el laberinto de los socavones. Es cierto que muchos autores prefieren
escribir de noche, aunque éste no es exactamente mi caso,
debido a que correspondo a la categoría de quienes escriben
como oficinistas. No obstante, hay días en que me pilla el
insomnio y no tengo otro remedio que levantarme a conversar con
el Tío, quien siempre está dispuesto a tomarse un
trago y fumarse un cigarrillo, mientras habla con ingenio de sus
andanzas y sus disputas con los falsos profetas.
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J.C:
Supongo que a tu personaje, de parajes extraños y de figura
diabólica, le alimentas con aguardiente, cigarros, lejía,
serpentina, mixtura, con hojas de coca (si por si acaso las tienes)
y todo lo que le gusta. Porque de lo contrario, pondrá en
tinieblas tu casa y hará volar cuchillos, tijeras, alambres
de luz y todo metal cortante. Y, aunque te vayas a quejar a las
autoridades vikingas, nada volverá a su origen.
V.M:
Qué preguntita, eh (risas). Uno de los atributos del Tío,
además de su aspecto demoníaco y su enorme falo, es
su gusto por la ch'alla (ceremonia religiosa de ofrenda y sacrificio)
y los excesos pecaminosos del Carnaval. Los mineros, cada vez que
pijchan (mascan hojas de coca) en el paraje del Tío, le ofrendan
la hoja sagrada, aguardiente y cigarrillos. Y antes del Carnaval
le rinden culto adornándolo con mixturas, confites y serpentinas,
y le preparan un convite, que es una suerte de banquete, donde abunda
la comida, la bebida y el baile. Los mineros y sus familias sacrifican
en su honor un gallo blanco, una llama o un cordero, con cuya sangre
riegan las rocas en agradecimiento al Tío y a la Pachamama.
En fin, el Tío es un ser a quien le gusta la buena vida y
la poca vergüenza. Para que el Tío cumpla con su función
de benefactor necesita que lo trates con respeto y mucho afecto.
Sólo así te concede lo que le pides. En Suecia, debido
a muchos factores, no se le puede ofrendar todo lo que necesita,
pero sí tiene lo necesario, también su coquita. De
lo contrario (risas), hay el riesgo de que me castigue de manera
despiadada, haciendo volar por los aires todos los objetos que toque
con su mirada chispeante. Debo aclararte que el Tío, así
como es rencoroso y vengativo cuando lo tratan mal, es también
dadivoso y bondadoso cuando lo tratan bien. Los mineros, por ejemplo,
le rinden pleitesía y le entregan ofrendas para que les proteja
de los peligros y les conceda los mejores filones de estaño,
pues creen que él no sólo es el soberano de las profundidades,
sino también el dueño de las riquezas minerales concentradas
en el vientre de la Pachamama. En él depositan su fe y su
esperanza.
J.C:
Sería interesante que el Tío y la Virgen del Socavón
se encuentren cara a cara y en un terreno neutral. Los bolivianos
en Suecia suelen rendirle culto, con una gran fiesta y cada año,
a esta Virgen. ¿Por qué no haces lo mismo con el Tío,
como contrapunto a ese acontecimiento? ¿Has pensado en esto?
V.M:
La idea es interesante, pero ocurre que el Tío es un ser
subterráneo, no acostumbrado a la luz del día, ni
a tener prestes y menos a ser llevado a cuestas en una procesión
por las calles. No sería de su agrado, por cuanto hay que
dejarlo vivir tranquilo en la oscuridad de un cuarto, hasta que
él decida retornar algún día al vientre de
la Pachamama. Lo que se puede hacer es ch'allarle, de cuando en
cuando, en su cuarto, pijchando hojas de coca, sorbiendo aguardiente
y fumando cigarrillos; elementos éstos que los presentes
deben compartir con el Tío a modo de congraciarse con él.
Ahora bien, el Tío, en su actitud de ángel rebelado
en el reino de los cielos, libró sus batallas contra el Arcángel
San Miguel antes de ser vencido y lanzado al infierno; una disputa
que la danza de la diablada la representan en eso que se conoce
como "el relato". Lo interesante es que el Tío
jamás se enfrentó a la Virgen. Pero una polémica
filosófica entre ambos podría ser una discusión
tan sonada como la que él sostiene con el arcángel
San Miguel en la teatralización que se monta en el Carnaval
de Oruro. En todo caso, quién mejor que el Tío para
analizar las atrocidades del mundo, la antítesis entre el
materialismo y el idealismo, la doble moral religiosa y las miserias
humanas. El Tío es el que mejor representa las contradicciones
de la condición humana, él es dios y diablo a la vez.
Los psicoanalistas dirían que el Tío sintetiza la
parte demoníaca y angelical del ser humano, él concentra
en su personalidad un puñado de virtudes y otro puñado
de defectos, que es lo que caracteriza tanto a los hombres como
a las mujeres. Por eso mismo, si bien el Tío, según
la concepción cristiana, es el diablo, la encarnación
por antonomasia del pecado y la maldad; en el mundo minero, y según
la concepción pagana de las culturas ancestrales, es el dios
benefactor y protector, siempre y cuando se lo trate con respeto
y cariño.
J.C: Las mujeres no pueden entrar al interior de la mina, porque
se cree que el Tío se enoja como un trueno de fin del mundo.
Según el mito, la menstruación de las mujeres ahuyenta
la veta de mineral en los socavones. ¿No crees que el Tío
tiene una actitud discriminatoria?
V.M:
Pienso que esta creencia tiene sus orígenes en el hecho de
que los mineros, en su afán de conservar sus creencias paganas
y proteger a sus dioses de la catequización emprendida por
los conquistadores en tierras americanas, inventaron esta teoría
para prohibir el ingreso de los curas con sotana al interior de
la mina. De ahí que, con el transcurso de los años,
se fue generando la creencia de que cualquier mujer vestida con
faldas o polleras, y en su periodo de menstruación, hacía
desaparecer las vetas, aunque lo cierto es que hubieron -y hay todavía-
algunas palliris (mujeres que escogen el estaño de las rocas
mineralizadas), que trabajaron en el interior de la mina sin que
las vetas desaparecieran ante su presencia. Más todavía,
cada año, durante el convite y en vísperas del Carnaval,
los mineros, sus mujeres y sus hijos entran al interior de la mina
para ch'allar al Tío y a la Pachamama, con la esperanza de
que todo el año les vaya bien en la producción y sean
protegidos de los peligros. Por lo tanto, el Tío no tiene
una actitud discriminatoria contra las mujeres, sino contra los
curas de sotana. Además, es bien sabido que el Tío
comparte sus riquezas con la Chinasupay (diableza), quien es su
esposa y su amante, pero también con la Pachamama, de quien
es uno de sus fecundadores. Otro detalle que desmiente que el Tío
discrimine a las mujeres es su relación con la Virgen del
Socavón. Es decir, contradictoriamente a lo que muchos se
imaginan y según los orígenes del Carnaval de Oruro,
fueron los mineros quienes, aun teniendo una mentalidad machista,
se disfrazaron de diablos en representación del Tío
para bailar con fe y devoción en honor a la Virgen del Socavón,
considerada la "Mamita milagrosa" y patrona protectora
de las familias mineras.
J.C:
Huari (o Wari), era el dios de los Urus. O sea de la población
andina. Hay cuentos que relatan que el Tío es la prolongación
de Huari. ¿Que piensas a cerca de esta afirmación?
V.M: Efectivamente, el Tío, en parte, es la prolongación
de Wari, deidad mitológica de los urus y protector de los
auquénidos. En mi cuento, "El último pijcheo",
narro este fenómeno, pero también algunos estudiosos
del tema, entre ellos Alberto Guerra, aseveran que el Tío
es el mismo Wari. Lo cierto es que hay una simbiosis entre el dios
Wari y el Satanás del mundo bíblico. Según
cuenta la leyenda, se cree que Wari, que quiso castigar a los urus
con las cuatro plagas, porque le dieron las espaldas y empezaron
a adorar a otros dioses, se enfrentó en una batalla campal
con la ñusta Anti-Wara, que de acuerdo a la imaginación
popular es la actual Virgen de la Candelaria, y que al ser vencido
y a modo de salvar su vida, el dios Wari se escondió herido
en el vientre de la montaña, donde los mineros, en su mayoría
de ascendencia indígena, lo reconstruyen mucho tiempo después
dándole atributos tanto de Wari como de diablo, pues aunque
conservaban sus mitos y creencias paganas, tenían también
la mente indoctrinada por la religión católica, que
propagó la concepción de que los diablos viven en
el infierno y que el infierno está en el subsuelo. De modo
que el Tío, al representar el sincretismo de ambas creencias,
es dios y es diablo al mismo tiempo.
J.C:
¿Crees que tus escritos, que se publican en la prensa de
varios países, están ayudando a universalizar la imagen
del Tío y las tradiciones del Carnaval de Oruro, declarada
por la Unesco Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la
Humanidad?
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V.M:
Sin lugar a dudas, creo que el Tío está destinado
a ser un personaje que, poco a poco, irá ganando terrenos
cada vez más amplios. Hacerlo traer al Tío a Suecia
ha sido una idea acertada, aunque todavía hay quienes, ante
su existencia y presencia, mantienen un sospechoso silencio. Al
Tío, como sabrás, siendo apenas una estatuilla de
barro y cuarzo, le he devuelto su espíritu y le he concedido
voz. Ahora es un canchero para hablar y un acucioso observador de
la realidad de los bolivianos en Suecia. El Tío, gracias
al estímulo de algunos amigos periodistas, ha cobrado muy
pronto carta de identidad. Por ejemplo, a los lectores latinoamericanos
del semanario Liberación no hace falta ya explicarles quién
es el Tío y cómo se ve, puesto que lo conocen desde
cuando llegó de Bolivia y publiqué mis primeros diálogos
con él. Lo mismo está ocurriendo en otros países.
Y, lo que es más interesante, las andanzas y ocurrencias
del Tío en Europa están también contribuyendo
a difundir la Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la
Humanidad, ya que el Tío, que representa el sincretismo cultural
y religioso de Bolivia, está profundamente ligado a la tradición
del Carnaval de Oruro, no sólo porque forma parte de la vida
minera, sino también porque es el generador y el personaje
central de ese acontecimiento folklórico. En síntesis,
tengo la certeza de que el Tío será un personaje universal,
porque él, mejor que nadie, representa los valores universales
de la humanidad.
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Javier Claure Covarrubias (Oruro, Bolivia, 1961). Poeta y miembro
del PEN-Club Internacional. Estudios informática en la Universidad
de Estocolmo y Uppsala. Radica en Suecia desde muchos años.
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