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NOSOTROS SOMOS LOS DUEÑOS

Y estos (de Bolivia) son nuestros territorios. Nosotros somos los dueños y los blancoides y colonialistas deben entender con claridad el mensaje. Lo contrario es demasiado evidente. El derecho y la legitimidad nos pertenecen.

BOLIVIA Y NUESTROS IMAGINARIOS ESTATALES


Por Max Murillo Mendoza, Bolivia.

Nuestros imaginarios de Estado se han roto y destruido el siglo XVI, cuando la invasión europea. Después de eso sólo hemos tenido burdas imitaciones de los estados europeos, que se han profundizado con las “independencias” del siglo XIX. Esos llamados estados republicanos, nos han tratado como a extraños y absolutamente migrantes en nuestros propios territorios. Esas costumbres republicanas anti indígenas y anti bolivianas, siguen siendo el pan del día en este siglo XXI. Esas mentalidades republicanas, que consideran a nuestros pueblos como migrantes y extraños, siguen participando en los sistemas educativos, en los sistemas de la cooperación internacional, y en el trato mismo hacia nuestras costumbres: en nada nos respetan, en nada nos consideran los más importantes. Y seguimos siendo nomás extraños y migrantes en nuestros propios territorios y espacios. Pues por todo esto, la construcción (reconstrucción) de nuestros estados es la condición más importante de nuestra sobrevivencia, como razas, como mentalidades, como maneras de ver el mundo.

Los estados republicanos siempre han estado en manos de colonias extranjeras. Estos blancoides que no tenían, y no tienen, sus imaginarios en nuestras culturas, sino en culturas ajenas y extrañas a las nuestras (europeas, norteamericanas, árabes, asiáticas), se encargaron de destruir más que en la colonia nuestros imaginarios propios. Intentaron no sólo destruirnos espiritualmente, sino también físicamente. Las excusas han sido las mismas: en nombre del progreso, en nombre del desarrollo, en nombre de la civilización occidental. Lo que tenemos hoy es la carga, la enorme carga mental, de estos grupos “republicanos” anti indígenas y anti bolivianos, sin identidad alguna con lo nuestro, sin sueños e imaginarios hacia nuestros espacios y socio económicos proyectos comunitarios.

Para estas colonias de apellidos exóticos, nuestros pueblos eran un obstáculo para el desarrollo. Para estas mentes somos, seguimos siendo, sub desarrollados, primitivos, arcaicos y poco aptos para el desarrollo. Básicamente eso era en definitiva el estado republicano. Lo que tenemos hoy es la carga, la enorme carga mental, de estos grupos “republicanos” anti indígenas y anti bolivianos, sin identidad alguna con lo nuestro, sin sueños e imaginarios hacia nuestros espacios y socio económicos proyectos comunitarios. Estas mentes racistas y pigmentocráticas sólo atinan a disimular con lo mestizo, para encubrir sus costumbres anti indígenas y anti bolivianas.
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Para estas mentes somos, seguimos siendo, sub desarrollados, primitivos, arcaicos y poco aptos para el desarrollo.

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Pues por tanto, las reconstrucciones de nuestros imaginarios de estado son las condiciones de sobrevivencia más importantes de estos años. Este proceso de cambio sólo tendrá sentido si esta condición de construcción sea impuesta. Por derecho histórico. Por derecho y legítima defensa contra las mentalidades del apartheid republicano que siguen amenazando y amenazando cotidianamente, desde dentro del estado y desde fuera por la oposición extranjera y colonial. Esa oposición que nada entiende de liberalismo y costumbres democráticas, porque esencialmente son oligárquicos y dictatoriales, cree que siguen siendo los demiurgos de los destinos de estas tierras. Sus costumbres señoriales e ignorantes no les dejan ver los enormes cambios que están sucediendo. No les podemos pedir más; pero tampoco podemos dejarle cancha para sus aventuras. Tenemos que rayarles la cancha. Tenemos que enseñarles que los dueños de estos territorios somos nosotros. Que como invitados no se han portado bien. Que como invitados han destruido la confianza y todo lo demás de nuestros territorios.

En estas reconstrucciones de nuestros imaginarios, lo más importante es la inclusión de millones de seres que han sido condenados a la marginación por el estado republicano. Condenados a tener una educación de tercera categoría, una salud de quinta y un sistema económico insostenible y obsoleto. Morirse de hambre es una costumbre muy republicana. Ser bachiller mediocre sin futuro alguno, es otra costumbre republicana. Mientras las colonias extranjeras viven como reyes medievales, nuestros pueblos siguen en la miseria y la pobreza más insultante. Entonces, las construcciones de nuestros imaginarios son de vida o muerte. Hoy  más que nunca, quechuas, aymaras y guaraníes tenemos que estar alertas contra esas mentalidades republicanas y extranjeras. Hoy más que nunca tenemos la obligación de tener la claridad de nuestras construcciones. Las fuerzas anti indígenas, es decir anti bolivianas son enormes y económicamente poderosas. Casi todas las instituciones están en sus manos, en manos de estas mentalidades que siguen complotando y boicoteando nuestras construcciones. No debemos tener dubitaciones, ni dudas al respecto. Si el momento requiere tenemos que actuar también con fuerza y leyes. Por fin estamos poco a poco al mando de los destinos de estos territorios, por fin podemos empujar el futuro de nuestra historia a nuestro favor. Por fin podemos empezar a hacer ciencia, economía y vivencia totalmente nuestra.

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Tenemos que rayarles la cancha. Tenemos que enseñarles que los dueños de estos territorios somos nosotros.

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Reconstruir nuestros estados perdidos hace cientos de años, es una obligación moral. Nuestros dioses y antepasados no se sacrificaron en vano. Nos toca tener esa claridad milenaria. Y estos son nuestros territorios. Nosotros somos los dueños y los blancoides y colonialistas deben entender con claridad el mensaje. Lo contrario es demasiado evidente. El derecho y la legitimidad nos pertenecen.

                                                        La Paz, 7 de julio de 2013

Tomado  de Tani Tani, www.amigo-latino.de


EL MITO DEL DESARROLLO

Por Max Murillo Mendoza.

El filósofo, escritor, ensayista y poeta Rafael Bautista, entregó al público el 8 de mayo en ambientes del museo de folklor, en La Paz, su última obra: Del Mito del Desarrollo Al Horizonte del SUMA QAMAÑA.

En estos días ojeando los primeros capítulos me animo a vaticinar los resultados de su obra, pues las líneas de reflexión marcan una apuesta segura a una crítica remarcada, que acompaña a otras críticas anteriores también rigurosas y demoledoras, como las de Javier Medina, en el sentido del rotundo fracaso de las lógicas desarrollistas por estos lados del mundo.

Pero también por el llamado primer mundo, donde culturalmente fue inventado y acuñado como receta salvadora para todo el mundo. Tengo una conversación postergada con Rafael, donde por supuesto abordaré mis dudas prácticas, pues soy testigo de muchos años desde la educación trabajando con comunidades quechuas y aymaras, y donde temas de desarrollo están en primera línea de acción.

Ya es una evidente constatación el fracaso del modelo de desarrollo: calentamiento global y crisis terminal financiera brutal al interior del modelo capitalista. Sus aproximadamente 300 años de despegue y gloria han llegado a su fin. Pero esa agonía sigue siendo parchada por otros modelitos, animada por sus instituciones creadas con ese fin: el de fortalecer y cuidar las espaldas del modelo: los bancos centrales y privados europeos y americanos, el FMI, BM y otras poderosas filiales de dichos negocios. El ilimitado crecimiento, e infinito, ha sido sólo un engaño ideológico. Un espejismo que ha destruido el mismo hábitat humano, y por ahora no hay marcha atrás ni siquiera con las tecnologías más sofisticadas. La lógica de la acumulación y riqueza infinita sólo ha servido para unos muy pocos de este mundo, sobre la miseria y la sobrevivencia de miles de millones de habitantes en el planeta. Esa macabra enfermedad mental de la acumulación, ha contaminado todas las esferas de lo social hasta convertirse en lo más importante como modelo de triunfo, como escala de poder, en todas las sociedades y culturas del mundo. Porque el modelo y las valoraciones ideológicas empujan y animan a ese suicidio colectivo. Toda la maquinaria social que recrea y condensa el funcionamiento del engranaje colectivo, desde el estado hasta lo privado, tienen en sus venas el de exigir a sus habitantes que triunfen o, si hacen caso omiso, fracasen en el proceso. No hay medias tintas, no hay maneras de evadir lo que el modelo requiere y exige para su funcionamiento.

La crueldad del modelo además en su cinismo y sus estrategias de sobrevivencia, acude también desde hace mucho tiempo a las guerras como negocio redondo, para seguir flotando y sonriendo, sobre todo beneficiando a sus poblaciones de sus países centrales por supuesto con el objetivo de mantenerles callados, cómplices de la tragedia, pues ya es suficiente con los problemas del tercer mundo. Las ventas de armas, materiales sofisticados de guerra, los servicios de inteligencia que se ocupan de generar más guerras, etc, son consorcios económicos absolutamente rentables: el fin justifica los medios. Las guerras actuales de Irak, Afganistan y Siria, están reportando enormes ganancias económicas a Estados Unidos, Francia, Inglaterra y Alemania. Es decir, la crueldad del modelo raya en lo más destructivo posible como mentalidad y manera de funcionar de dichas sociedades. Las palabras y las buenas intenciones son parte del folklor internacional, cuando los hechos marcan la tragedia de lo que es en realidad, antropológicamente, la manera de ver el mundo desde ese modelo destructivo.

Ahora bien, todo modelo tiene por detrás un grupo, una cultura determinada, una manera de ver el mundo. Unas percepciones de la vida y la muerte. Y desde finales del siglo XIX se impuso expansivamente la visión euro centrista del modelo, que se radicalizó después de la segunda guerra mundial. Las iglesias, las ayudas económicas estatales y privadas, las beneficencias, las donaciones, las caridades pasan por ese modelo y esas maneras de ver el mundo. En un momento de su intervención decía Rafael Bautista: „no nos ven como a seres resultado de injusticias históricas, sino como a ausentes de desarrollo, y su objetivo es desarrollarnos a cómo de lugar“. Las buenas intenciones pueden también encubrir procesos no precisamente positivos.

De esto ya se ha escrito e investigado mucho. En el caso boliviano también. Pues existe un bloqueo mental cultural muy fuerte de mentalidades, que no hemos resuelto adecuadamente. El tipo de estado y sus instituciones, entra lo privado porque nace desde el estado en Bolivia, tienen maneras de ver más bien euro centristas, desarrollistas, progresistas y de acumulación infinita. Estas instituciones desarrollistas no han realizado investigaciones sobre nuestras realidades. Sobre los tipos de economías que tenemos, sobre costumbres económicas, sobre mentalidades y mercados.

Desde sus perspectivas euro céntricas se han dedicado a impulsar o implementar modelos clásicos de planificación, ejecución y evaluación de proyectos, sin articular realidades distintas y quizás diametralmente opuestas al desarrollo. Pero estos complejos elementos siguen siendo tópicos de investigaciones y relecturas. El libro de Bautista nos da más pistas al respecto. Sin embargo, esta crisis profunda del modelo cultural euro céntrico no quiere decir que lo que viene es mejor. De hecho no se sabe que es lo que viene. Aquí se está debatiendo por todo el mundo posibles modelos alternativos. En el norte por fin están conscientes que el crecimiento infinito no es posible. Sus científicos nos han descubierto en estos años de otra manera: que nuestros modelos prehispánicos de desarrollo sí eran sostenibles (Suma Qamaña) por miles y miles de años. No eran mercantiles, sino de reciprocidad. Y hoy estamos de moda en estos círculos gringos por esa novedad científica. Pero entre las poblaciones citadinas de nuestras ciudades, que tienen como dogma el pensamiento euro céntrico, ni siquiera se han enterado de estos acontecimientos científicos. Su seguridad dogmática y totalitaria sigue considerando a los esquemas clásicos de desarrollo como la receta más importante para “sacarnos de la pobreza”. Con esos cuentos ya vamos 50 años de fracasos y fracasos en nuestros proyectos de desarrollo, sobre todo rural.

Nuestro aporte al mundo desde el SUMA QAMAÑA: VIVIR BIEN, NO MEJOR. Puede ser el primer paso de hacernos universales. Ya no periféricos. Si de modelos de desarrollo se trata, en términos occidentales, pues podemos enseñar muchísimo al mundo desarrollado. Pero nos queda mucho por investigar y sistematizar nuestras experiencias, que en la mayoría de los casos se quedan en el anonimato y en los rincones de los recuerdos, por falta de apoyos financieros estatales. Y la poca voluntad de los donantes que prefieren las velocidades de las ejecuciones, que las pausas reflexivas e intelectuales. Por otro lado, nuestras academias y universidades tienen mucho que recorrer y cambiar de modelos y visiones de desarrollo. No se han percatado de los fracasos mundiales, ni de casa, por lo que siguen insistiendo en sus clásicas enseñanzas teleológicas y unidimensionales de lo que son los sectores rurales, con un desconocimiento monumental de las lógicas sociales, culturales, económicas e ideológicas. Asuntos que nos llevan siempre a desencuentros y fracasos en el mundo del desarrollo, lo más grave: que se juega con vidas, comunidades y regiones enteras a nombre de unos experimentos bonitos y de exportación. Como en el modelo del Suma Qamaña, lo ético también debería ser el insumo más importante en el desarrollo. Es decir lo cualitativo, no sólo lo cuantitativo. En fin.

La Paz, 12 de mayo de 2013, Tomado de // http://www.amigo-latino.de


 

Walter Trujillo Moreno en Poemas del Alma


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