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LA SITUACIÓN MAPUCHE EN CHILE HOY DÍA ES GRAVE

Entrevista:

Mapuche-1Jessabel Guaman Flores*

Conversación con el Historiador Pedro Canales Tapia

* Magister © Historia. Universidad de Chile. Profesor de Historia (Universidad de La Serena, Chile). Investigadora Grupo de Trabajo Kuifike. Chile. Becaria CONICYT.

El pueblo Mapuche habita en lo que hoy es territorio chileno y argentino. Tradicionalmente son recordados por haber puesto tenaz resistencia al dominio español durante las centurias coloniales. Luego de eso, la historiografía oficial hace de este pueblo un sujeto “del pasado”.

Para profundizar en estos temas complejos, entrevista­mos al académico e inves­tigador Fondecyt, Pedro Canales Tapia, doctor y post doctorado en el Instituto de Estudios Avanzados, de la Universidad de Santiago de Chile, autor de textos relevantes como Tierra e Historia, referido a estudios y debates acerca a este pueblo en los últimos sesenta años.

La entrevista fue realizada en Valle del Elqui, Chile, junio 2015. Jessabel Guaman Flores.­ Profesor Canales,

¿cuál es la situación actual de la población Mapuche en Chile?

Pedro Canales Tapia.- En primer lugar, indiquemos que el pueblo Mapuche posee un vigor cultural y social de resistencia, lo cual ha hecho de ellos sujetos históricos que “no desaparecen” de la faz de la tierra, como más de un observador apuntó en décadas pasadas.

Además, y respondiendo dere­chamente la pregunta, podemos consignar que los Mapuche en Chile son en términos demo­gráfico más de un millón de habitantes, distribuidos entre ciudades como Santiago, Temuco, Concepción y Valparaíso y las comunidades o Lof propiamente rurales. Desde la dé­cada de 1930 se fue visualizando un proceso sostenido de diás­pora como indicó hace un tiempo Pedro Mariman y otros intelectuales Mapuche; esto hizo emerger lo que José Ancan de­nominó en su tiempo el “Mapu­che urbano”. Frente a esta nueva coyuntura, la discusión de las ciencias sociales no se hizo esperar y la pregunta central de debate tenía que ver con la capacidad (o no) de los Mapuche para superar una nueva crisis de su corpus cultural, toda vez que la pauperización rural en el más amplio sentido de la pala­bra, hizo emigrar a los focos urbanos a un considerable número de Mapuche, dejando la “tierra”, elemento que los define identitariamente.

Finalizada la década de 1970, los Mapuche habían sufrido en carne propia la represión militar —nuevamente— de la dictadura que hegemoniza durante esos lustros y hasta 1990. La dic­tadura pretendió por ley terminar con la existencia de los Mapuche y otros pueblos origi­narios. La idea fue liberalizar las tierras para apoyar la conso­lidación del modelo neoliberal puesto en marcha desde 1976 aproximadamente. En los años 80 el movimiento político que surgió en Chile y en el exterior contra este decreto ley, fue la base de lo que varios antro­pólogos llaman la emergencia étnica.

G. F.- En este sentido, ¿Cómo se entiende que diri­gentes Mapuche se encuentren encarcelados y que el Estado democrático aplique la Ley Anti Terrorista, que es rechazada inclusive por organismos inter­nacionales?

C. T.- Esto es propio de la ideología del Estado chileno. Este Estado nació de una base oligárquica burguesa – terra­teniente, de raigambre europea, crecientemente modernizadora en la “medida de sus anhelos”.

Esto implicó, fortalecer y pro­yectar la semántica que tan bien graficó con su pluma Domingo Faustino Sarmiento, cuando se refiere a la diada “civilización v/s barbarie” en su célebre Facundo. Lo primero que hay que tener en cuenta, es que este Estado concibió una única nación y un único actor relevante, ellos mis­mo, obviamente. La población subalterna fue objeto de lo que María Angélica Illanes a carac­terizado con la triada “azote, salario y ley” como expresión de disciplinamiento de una pobla­ción variopinta en términos étnicos, sociales, demográfico y más. Dicho con claridad, el Es­tado siempre fue racista. Los Mapuche u otro pueblo indígena eran “prescindibles”, “un estor­bo” y altamente “peligrosos”; lo que Barros Arana y otros his­toriadores decimonónicos chile­nos definieron como “flojos, borrachos y pendencieros”.

La ocupación militar de la Araucanía es expresión de esta convicción de las élites. Los Mapuche estaban entorpeciendo la concreción del destino de una nación como la chilena, llamada según sus ideólogos, a ser una nación moderna. La ocupación de los territorios Mapuche era expresión de esta premisa chilena; como lo indicó Benjamín Vicuña Mackenna en el hemiciclo de la cámara de diputados en 1866, era necesario sumar para Chile “tierras buenas”, en manos de “indios malos”.

Este discurso traspasó la centuria XIX y se hizo carne el siglo XX. La noción de que Chile se compone de una sola y única nación se consagró incluso en la Constitución política de Chile. Entonces, cuando los Mapuche desde hace dos décadas comien­zan un proceso de movilización y recuperación territorial, el peso de la historia oficial cae sobre ellos y eclosiona la misma se­mántica de hace dos siglos. Esta involución es impactante y sor­prendente. La situación Mapuche en Chile, hoy día es grave. La cárcel, la criminalización y la judicialización se toman la agenda y el “pueblo chileno” defiende su cohesión a como de lugar.

G. F.- ¿Y qué sucede con los Mapuche que viven en comunidades, en zonas rurales?

C. T.- En las comunidades la gente vive la pobreza más dura según los estándares de medición. Las tierras cultivables no son las de mejor calidad agrí­cola; la sobreexplotación —única alternativa, frente a la alta escasez de tierras— hace que este problema se agudice. No sólo viven los padres, sino que los hijos y sus respectivas familias, lo que complica las cosas, toda vez que la densidad poblacional en dichos espacios es alta; el nexo con entidades técnicas del Estado son tensas y conflictuadas, lo que hace de los procesos de innovación y productividad, proyectos difíciles de implementar.

En este orden de cosas, las comunidades, unas más, unas menos, llevan adelante sus actividades comunitarias posi­bles de seguir alentando. Esto quiere decir que figuras em­blemáticas del pueblo Mapuche como el longko o jefe comu­nitario y el o la machi (líder espiritual-medicinal) son parte de la dinámica propia de los Lof; también los nguillatunes, machitunes y elwünes1, mantie­nen vigencia. Lo que sí podemos decir que está en crisis —espe­cialmente entre niños y jóve­nes— es el idioma materno o Mapuzungun. Se ha ido perdien­do, en gran medida por la burla y la crueldad de la sociedad chilena contra los Mapuche hablantes que iban llegando a las ciudades. Hoy, sin embargo, la situación tiende a cambiar y cada vez son más las escuelas en contextos Mapuche que enseñan el Mapuzungun y cada vez es más la población no ma­puche interesada en aprender esta lengua.

(El proceso histórico: Los Mapuche, una vez terminado el período colonial, continuaron constituyendo un pueblo autó­nomo. Recordemos que desde 1 6 4 1 la Corona española reconoció a este pueblo como a una nación autónoma. Esto, hasta el que el Estado chileno “miró al sur” y asumió cam­pañas militares que permitieran anexarlas para la “civilización” las tierras de “barbaros”, como se definió a los Mapuche, durante el siglo XIX.)

G. F.- En este sentido ¿Cuáles son antecedentes iniciales que permite entender lo que malamente se denomina “conflicto Mapuche?

C. T.- Como dijimos hace poco, los antecedentes que permiten entender este proceso, complejo, doloroso e injusto para los Mapuche, parten desde una ideología intolerante, como indicó entre otros José Bengoa. En esta panorámica, Jorge Pinto, sostiene que la crisis económica de 1857 fue gravitante en el ini­cio del proceso de ocupación militar del Wallmapu o país Mapuche. Según este autor, en dicha coyuntura económica, luego de una seguidilla de crisis breves pero profundas, el Esta­do se convenció de que debía ocupar estar tierras feraces; la inserción de Chile al mercado mundial como país exportador no bastaba con las actividades del norte tradicional o del Chile central; había que echar mano a estas tierras, “mal ocupadas” por los “aborígenes” decían.

G. F.- ¿Qué sucedió con los Mapuche y sus territorios?

C. T.- Los Mapuche, si­guiendo la nomenclatura oficial de la época, fueron reducidos y radicados en territorios de baja calidad agrícola. Hasta antes de esta ocupación los Mapuche eran un pueblo ganadero, rico en términos materiales; luego de consumada la anexión a Chile, comenzó un proceso de pau­perización que los ha llevado a estar siempre en los niveles más bajos respecto de ítems como calidad de vida, trabajo, edu­cación y salud; lo que Alejandro Saavedra definió en términos de clases sociales, como precaria integración al mercado.

Sólo en este proceso militar, iniciado en la década de 1860 y concluido en 1883, los Mapuche perdieron cerca de 10 millones de hectáreas, quedando redu­cidos en el 5% de su territorio prereduccional. El Estado creó por medio de una ley, la comi­sión radicadora: ellos entrega­ban tierras a grupos de Mapuche a nombre de un Longko; este documento se conoció como Titulo de Merced.

Una vez consumada la ocupa­ción, instaurado el Estado en las nuevas tierras, fundadas ciu­dades como Temuco, Nueva Im­perial, Carahue, entre otras, la entrega de tierras a colonos extranjeros y chilenos, abrió un flanco signado por el despojo de tierras por parte de estos colo­nos a los Mapuche; el Tribunal de asuntos indígenas posee archivos con gran cantidad de hechos de violencia de estos primeros contra los comuneros. El Estado no hizo nada frente a la pérdida irregular, por decir lo menos, de tierras por parte de las comunidades o Lof. Esta situación se arrastró por años, hasta que el movimiento Mapu­che comenzó a levantar la voz, denunciando esta grave situación.

G. F.- ¿De qué manera esta coyuntura histórica, se sigue viendo hoy en día en Chile?

C. T.- Un aspecto clave para tener en cuenta y reflexionar

sobre esta pregunta, tiene que ver con la permanencia en el curriculum escolar de varios aspectos construidos por el estado durante el siglo XIX y XX. En este sentido, el curriculum escolar reproduce figuras históricas como la de “indios” o pueblos indígenas del “pasado”; se siguen estudiando autores, no para debatir ni cononocer sino para citar como referencia válida, como Barros Arana o Vicuña Mackenna, sin olvidar la presencia de un actor historio­gráfico garante de esta forma de “mirar la historia”; me refiero a Sergio Villalobos, profesor que insiste hace años de que los Mapuche “son mestizos”, “no son puros” y otras afirmaciones xenofóbicas, dañinas para el debate y la investigación.

( En este sentido, y como reflexión final, Pedro Canales, sabe que existen hoy varias propuestas y miradas historio­gráficas mapuche que interpelan a los cientistas sociales con­versadores del siglo XIX y XX chileno; esta corriente se encuentra referenciada en varios historiadores e historiadoras mapuche que han comenzado a pensar, escribir y organizarse como cuerpo subalternizado, para reflexionar acerca de los procesos de asimilación chilena y resistencia propia en la era de la globalización e informacio­nalización.)

Mapuche-1 (2)

1 Nguillatun: rogativa comunitaria;
machitún: ceremonia de sanación y
elwün: ceremonia fúnebre.

Artículo para descargar

Tomada de la Revista de Bolivia: Pukara Nº 108


 

Walter Trujillo Moreno en Poemas del Alma


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